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EL MARINO QUE SOBREPASÓ EL ESCALAFÓN


D.ANTONIO BARCELÓ




Pérez Reberte comenta de este gran hombre: “Sus colegas de la Real Armada no podían verlo ni en pintura, y andaban locos por que se la pegara. No tuvo, como es natural, amigos entre sus pares. Ayudaba a eso su persona y carácter, poco inclinado a tocar cascabeles. ..”.  Hombre rudo con falta de linaje noble, su padre era marino. Nació en Galilea, un pueblo mallorquín y por tanto con suficientes motivos como para, con temprana edad, adentrarse en la aventura marítima. Su condición social estaba muy lejos de imaginar que un día llegaría a ocupar uno de los más altos grados en la escala de mando de la Armada de su época. No es el primer marino mercante que la institución militar fagocita para utilizar su talento en "beneficio propio", que a su vez deriva al patrio: Escalante de Mendoza, Tobar y Tamariz, Cañizares, Pedro de Santa Leocadia y otros tantos  navegantes, marinos civiles, que participaron en el desarrollo hispánico de las Américas e islas del Pacífico. Desde siempre la Marina Mercante se constituyó en una auténtica nodriza de la Armada, algo que muchos de sus integrantes no supieron asimilar como una realidad. El mismo Barceló lo “sufrió” en su carrera marítima, en su caso, quizá por celos, y por supuesto por aquello del linaje ( tal vez no sabía bailar un vals) pero tenía los suficientes bemoles como para hacer frente a todo bicho viviente que anduviera dando la tabarra por nuestras costas, léase piratas y corsarios...No había jabeque o navío corsario o pirata que se le resistiera. Por supuesto que todas estas acciones propiciaron su ascenso exponencial en la armada, él un marino que pilotaba un jabeque, el “ León”, de su padre, que hacía el servicio de correo a Barcelona y que un día, cuando transportaba un destacamento de dragones del Regimiento de Orán y otro del de Infantería de África, se enfrenta a un par de goletas argelinas, con malas intenciones, logrando que estos huyeran. Como las  noticias también se propagan, aunque no a la velocidad actual, pronto se enteró la Armada de la hazaña de esta marino mallorquín.  El rey sabiendo qué clase de hombre era aquel Barceló lo llevó a su parcela y lo nombró, así, de  repente, Alférez de Fragata, el máximo grado al podía aspirar cualquiera que no tuviera "la caja de las delicias" de la nobleza y por tanto entra por la puerta de abajo.: De esta forma se manifiesta“Por cuanto en atención a los méritos y servicios de Antonio Barceló, patrón del jabeque que sirve de correo a la Isla de Palma de Mallorca, y señaladamente al valor y al acierto con que lo defendió e hizo poner en fuga a dos goletas argelinas que le atacaron, en ocasión que llevaba de transporte a un destacamento de Dragones del Regimiento de Orán y otro de Infantería de África, vengo en nombrar a don Antonio Barceló alférez de fragata de mi Real Armada. A 6 de Noviembre del Año de Nuestro Señor de 1.738. Yo, el Rey.”


Las costas estaban saturadas de berberiscos que diezmaban buques, arrasándolos y secuestrando toda mujer que encontraran a bordo para venderlas como esclavas y era muy difícil hacerles frente.




Como corsario al servicio del rey emprende acciones, al mando de la fragata “Gazorla” (aunque él prefería el jabeque) contra la piratería, que nunca  desaparecía, por motivo del ataque a un buque español con la consecuente captura de 200 pasajeros. Consiguió una verdadera limpieza en la zona: Miles de prisioneros de 19 navíos. El piraterío era una plaga de ratas, se reproducían y no había Estado que acabara con ellos, Barceló luchó contra ellos y siguió escalando puestos en el escalafón.


Los Oficiales de aquella Armada se rasgaron las vestiduras viendo como un auténtico plebeyo pasaba por la otra puerta al escalafón exclusivo de la nobleza
Era un hombre singular que vivía su posición en la Armada como si esta hubiera sido su compañera toda la vida. Carlos III no perdía hilo y encomendó a Barceló el asunto de Gibraltar:Había muchos problemas para hacer un ataque en regla al peñasco amurallado y eso lo sabía nuestro hombre; a otro no, pero a él  no se lo ocurre otra cosa que montar unos cañones giratorios sobre unos botes y emprenderla a cañonazos contra el inglés como mejor medida contra la plaza y sus cañones. Pero antes, cuando vieron los suyos el invento, no apostaban ni un real por aquello y a  los ingleses lo que les produjo fue hilaridad. Todo cambió cuando vieron el resultado, había hecho su aparición en la escena bélica, lo que después sería la lancha cañonera, una embarcación de la máxima eficacia en las acciones bélicas marítimas.Y el inglés no tuvo más remedio que reconocer que aquello no tenía nada como para causar risa.
Barceló, a bordo de una de ellas (él era así, no había otro), las utilizaría después contra Argel en una gran batalla.


                            El proyecto de lancha cañonera que diseñó Barceló. Museo Naval 


Lo malo es que tanto estampido de cañón acabaron con su capacidad auditiva, se quedó medio sordo pero eso para él no era razón para el retiro, siguió escalando a la vez que los de su oficio no podían soportar que un viejo sordo y rudo, de pocas maneras se alzara con aquellos honores, lo contrario de su gente que lo respetaba. Ya es Teniente General, los otros cuando lo miraban lo hacían hacia el cielo. El problema argelino no cesa pero ahora los estados se unen para acabar de una vez con él, Barceló vuelve a la batalla, es herido, lo que no le impide seguir en la brecha y acaba con todo, en 1786  Argel y España firman la paz y Barceló recibe la Gran Cruz de la Orden de Carlos III.
Parece ser que a los de la corte de Carlos IV tampoco les caía bien, nada de extrañar, así era la tendencia. La gente lo quería y lo respetaba y a él, seguro, todo aquello le traía al páiro.
Los andaluces cantaron:
·         “Si el rey de España tuviera cuatro como Barceló, Gibraltar fuera de España que los ingleses no”.

 El conde de Fernán Núñez se expresaba con respecto a él: «Aunque excelente corsario, no tiene ni puede tener por su educación las cualidades de un general. No obstante, es indudable que su  inteligencia y su fina percepción suplían la falta de cultura general. Su preparación en el terreno de la experiencia era grande, pues se basaba en el ejercicio de
la mar y de la guerra, es decir, en lo real de la profesión En ésta era todo diligencia, vigilancia
y serenidad, destreza y pericia en las maniobras, y sobre todo tenía un valor ardoroso que comunicaba a los que le rodeaban, por difíciles que fuesen las circunstancias. Completa este retrato moral el decir que Barceló poseía un corazón bondadoso y noble”.  Es decir, un señor.


Murió en Palma el día 30 de enero de 1797. Sus amigos, como dice Pérez Reberte, lo llamaban “TOÑI”.


                                                                Su espada (M.Naval)

"Barceló no es escritor,ni finge ser santulrio,ni traza de perdulario,ni lleva pompa exterior. Persuade y no es orador, su aseo no es presumido,va como debe ir vestido,fía poco en e hablar,mas si llega a pelear siempre será lo que ha sido".(Bauzá)
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