“La Marina” no es un criterio unitario, global, aplicable
solamente a la institución armada, como habitualmente viene ocurriendo desde
tiempos inmemoriales. Son Marinas las que conforman ese concepto y justo será designarlas por su nombre si
queremos hacer mención de alguna de ellas: Armada,
Mercante o Civil, Pesca y Recreo. Y es desde este prisma desde donde
pretendo hacer un análisis de lo que fue aquella época, en un principio
estancada, amarrada desde hacía siglos en criterios tradicionales con escaso
aporte científico y que se apoyaba en lo que de cada viaje, en cuanto a
experiencias, se iba acumulando, y más tarde convulsa en avances que dieron un
impulso decisivo a la navegación marítima.
Desde aquí quiero rendir un homenaje a aquellos pioneros que
con su arrojo y sus vidas provocaron el avance de la navegación, forzando su
perfeccionamiento y haciéndola progresivamente más segura.
En la navegación marítima, sus hombres, habían estado
estancados en sistemas que adolecían prácticamente de cualquier insinuación de
carácter científico, cada patrón de embarcación navegaba con lo asimilado por
sus propias experiencias o por lo recibido en transmisión oral de otros
marinos. No era fácil navegar en las condiciones como lo hacían, el medio es
siempre hostil y aunque la experiencia de muchos navegantes era considerable,
para determinar la posición del barco no tenían los conocimientos suficientes ni
para hacer una navegación de altura con ciertas garantías; por tanto las
derrotas se hacían costeando y como consecuencia se dilataban en el tiempo. No
había abundancia de hombres de mar con formación básica, por el contrario sí
había analfabetismo cultural, había pilotos, cuando los había, con formación
muy deficiente, no había aproximación voluntaria hacia los conocimientos
científicos aportados por la cosmografía y la astronomía, al contrario sí había
cierto rechazo, la gente de mar prefería la aportación empírica, y la aventura
marítima contenía todos los ingredientes para el fracaso; pero también había
gente sabia de mar, y, desde mi punto de vista, todos dignos del mayor de los
reconocimientos porque de ellos se alimentaron los que posteriormente pusieron
las primeras cuadernas del gran navío que la navegación constituyó. ” Es
verdad que en las primitivas navegaciones carecieron los hombres de estos
principios científicos, y por consiguiente que el arrojo de engolfarse en los
turbulentos mares, abandonando su pacífica morada, fue obra solamente de la
audacia y temeridad que suplieron entonces la falta de conocimientos y de
ilustración” escribe Fernández Navarrete en
su disertación sobre la Historia de la Náutica. Hace
referencia a que ya en su momento el Rey Sabio se preocupó por las condiciones
que debían cumplir los naucheres o pilotos.”Naucheres son aquellos
llamados por cuyo seso se guían los navíos, et porque estos son como adalides
en tierra… deben saber las islas et los puertos… esforzados para sofrir los
peligros de la mar et el miedo de los enemigos… sean leales de manera que amen
et guarden la honra… et si después deso por su engaño o por culpa
de su mal guiamiento se perdiese el navío o recibiesen grant daño los
que en él fuesen, debe morir él morir por ello”. Se
deduce que estos navegantes pasaban algún tipo de examen antes de que se les entregara el
gobierno del navío. Las
flotas eran manejadas por hombres que sabían de vientos, corrientes, mareas,
cielos y tierra, no disponían de más instrumental náutico para orientarse que
su instinto y su sabiduría, fruto de esa vasta experiencia adquirida con cargo
a un gran espectro de tributos de todo género, “navegación de fantasía” la
llamaban.
Indiscutiblemente muchas vidas se tuvieron que perder en aquella
época ciega de señales que pudieran ayudarlos a una buena recalada en puerto
seguro. Los navíos, muchos de precaria construcción, muchos de ellos atacados
por la “broma” o “teredo navalis” (molusco xilófago) y en estado deficiente se
hacían a la mar para cumplir con su tarea gobernados por marinos arrojados y
con una fecha de regreso incierta. Existe el caso, sobre la “broma”, de lo que
le ocurrió a J.Sebastián el Cano en su tornaviaje, muchos de los tripulantes
quedaron en Mozambique, corriendo grandes riesgos, ante el estado del buque,
con abundancia de vías de agua por culpa de la voracidad de estos moluscos. Las
negligencias por falta de buena preparación de muchos pilotos llevó a muchos
navíos a su perdición. Se daba el caso de navíos que por fallecimiento habían
perdido su piloto y ser un marinero adelantado el que se haya hecho cargo de la
nave. No obstante fueron marinos que asumían la mar desde un punto de vista
sumamente elevado, cuasi reverencial, de máximo respeto, en donde la
superstición y el miedo a unos mares desconocidos y tenebrosos también imperaban. No había hecho su aparición
aún la brújula; el sol y algunas
estrellas junto con las aves eran las referencias que garantizaban de alguna
manera la seguridad de cada singladura. Por supuesto que los marginales
existían, la piratería es contemporánea a las primeras navegaciones y para
protegerse, las embarcaciones se armaban y con el tiempo se adquiere experiencia y se usan nuevas estrategias que
limitan el éxito de aquella, surge el corso; el no saber qué había después de
aquellos horizontes: monstruos, animales como los “grifos” representados como
hormigas del tamaño de un perro, sirenas, cíclopes, hombres con cabeza de perro
(cinocéfalos)… galernas abismos… como consecuencia un
profundo sentido religioso, formaban
parte de la dote. El mundo antiguo dejó como herencia muchos mitos y leyendas
que obstruyeron de alguna manera la iniciativa de la navegación oceánica. Los
hombres siguen navegando con este riesgo incorporado desde que se materializó
el primer transporte de mercancías por vía marítima o tal vez fluvial también.
La mar y el hombre, los dos grandes protagonistas de estas historias, pero con
carácter mutante.
De forma progresiva se van incorporando conocimientos de
astrología (de la que la astronomía era considerada como una ciencia auxiliar)
y matemáticos tanto al oficio de los mareantes como a la misma construcción
naval; conocimientos que cimentarían lo que en aquella época era un auténtico
compromiso: buscar nuevas rutas que fueran alternativas a las ya establecidas
en el Mediterráneo. La España de entonces y Portugal se incorporan a estos
avances. Las navegaciones se programan y se hacen más ambiciosas. Los
dignatarios reales conscientes de las nuevas necesidades deciden nutrirse de
personas ilustradas con amplios conocimientos de ciencia que aplicados a la
náutica se utilizarían para enriquecer la formación de pilotos y mareantes, lo
que conllevaría una mayor seguridad para las flotas que progresivamente se
adentraban en singladuras más exigentes.
Pilotos y mareantes que se van conformando a principios del
XIII en instituciones que les otorgan una personalidad propia, las villas
marineras y por supuesto las Hermandades de las Villas de la Marina del norte
cántabro, de carácter consuetudinario. Se socializan, adquieren temple
institucional y en nuestras costas se va creando un tejido con un sello que
imprime carácter. Existen dos áreas marítimas muy distintas para afrontar la
navegación: La mediterránea y la atlántica, cada una con una personalidad
distinta, se construyen barcos distintos y se navega de forma diferente. Por el
Atlántico se navega principalmente a vela, no se utilizan cartas náuticas y se
usan las sondas como un método de arrumbar, además de las mareas. En el
Mediterráneo, más benigno ( aunque como decía Andrea Doria, en este mar había
tres puertos seguros: Cartagena, Junio y Julio) navegaban en las épocas más propicias,
los romanos las llamaban “marea apertum” y “mare clausum”, se usaba el remo
como principal medio de propulsión, los barcos son galeras y galeazas, la
configuración de la costa permite identificarla mejor por la frecuencia con la
que se navega por esta , hay derroteros y portulanos y cuando decide hacer su
aparición la brújula, hacia finales del siglo XII, introducida durante su
dominación mediterránea por los árabes como aguja imantada, lo hace por esta
cuenca procedente de oriente. El marino Flavio Gioja, al que se le atribuye su
utilización para la navegación, tuvo la idea de rotular el nombre de los
vientos de esta zona(Tramontana para el Norte con la flor de lis; Euro para el
Este; Austro (A) para el Sur; Céfiro para el Oeste(P); Greco para el SW;
Mistral para el NW) para determinar los rumbos, la perfeccionó y fabricó un sistema en el que la aguja se mantenía suspendida
sobre una pínula, con lo que le daba un movimiento libre, manteniéndola en el
interior de una caja con una tapa de vidrio (tal vez la palabra “brújula”
proceda de una palabra italiana
“bussola” que significa cajita). Cuando se usa por primera vez en Europa para
navegar en el área atlántica, se sustituyen los vientos por los puntos
cardinales. Las cartas náuticas eran muy simples porque consistían en croquis
muy básicos en donde no había la posibilidad de determinar distancias, con
ellas los pilotos localizaban la zona de costa por donde navegaban. De esta
forma podemos hacernos una idea de lo precario que era todo lo referente a la acción de navegar, es
incuestionable que aquellos marinos se dejaban la piel en aquella aventura y,
como ya mencioné anteriormente, el tributo de todo ello fue muy alto, y aunque
la cuenca mediterránea era aparentemente menos agresiva, las tormentas que en
este mar se desataban ocasionaron un número muy elevado de naufragios con el
aporte de vidas humanas que ello conlleva. Más tarde el mestizaje de los mares
se materializa y tanto Portugal como España se empeñan en una aventura marítima de donde se sacarán
sustanciosos beneficios.
Para la construcción
naval en los siglos XII y XIII los cambios que se producen comienzan a ser
significativos, tal vez se empieza a discriminar cada embarcación según el
destino para el que se ha de empeñar: para el transporte de mercancías se
construyen embarcaciones redondas y vélicas, para las armadas que
progresivamente irían formándose, aunque ausentes de todo sello institucional,
se construyen embarcaciones como las galeras, alargadas con espolón y de
propulsión a remo. De cualquier forma su denominación no sigue una línea regular
y depende de la ubicación. Las “Siete Partidas” del Rey sabio Alfonso X
describen que en esta etapa de la Edad Media: “Navíos para andar por la mar son de muchas guisas. Et por
ende pusieron a cada uno su nombre segunt la faycion en que es hecho; ca a los
mayores que van a viento llamanlos carracas e naos, et destos hi ha de dos
mastes et de uno et otros menores que son desta manera et dicenles nombres
porque sean conoszudos, así como carracones, et buzos, et táridas et haloques
et barcas…” Por
esta razón existe una nomenclatura muy amplia: “saetías”, “galibrazas”, “leños”,
“fustas”, “filibotes” o “pingues”, “pinazas”, “tartanas”, “zabras”, “polacras”,
“carabelas”, “flautas”, “taridas”, “cocas”, “carracas”, “galeras”… se puede
seguir porque es innumerable la cantidad de denominaciones de los barcos y que
entre ellos mantienen características muy similares: el “leño” y la “galeota”, “tartana”
y “tirida”, esta y el” uxer”, etc, etc.
|
GALEOTA |
|
GALERA |
|
GALEAZA |
|
CARRACA |
|
ZABRA |
|
JABEQUE |
|
PINAZA |
|
CARABELA |
|
GALEÓN |
|
NAO |
|
BAJEL |
En estas épocas había convivencia entre familias de
diferentes creencias religiosas, interrelacionaban entre ellas y esto
propiciaba un desarrollo interesante dentro del campo del comercio y la
actividad marítima, así como el acercamiento del saber, del conocimiento. Poco a poco la
religión va dando muestras de ser más adicta no solo a la expansión doctrinal
sino también al movimiento comercial. No olvidemos que los reinos cristianos,
se fueron aproximando de forma progresiva al campo marítimo para expandir la
idea cristiana con lo que promueven una navegación más científica que potencia
la astronómica con el uso de instrumentos aportados desde oriente. Un ejemplo
lo tenemos en la acción de las Cruzadas que desde los siglos XI al XIII
impulsaron el comercio entre los pueblos islámicos y cristianos, aunque ello
sea una paradoja. Los reinos hispánicos de Jaime I y Alfonso X emprenden una
gran acción expansiva en el Mediterráneo que llega hasta islas como Córcega y
Cerdeña, parte de Grecia y Norte de África, como consecuencia el comercio
catalán se instala en estas áreas aportando la aparición de una entidad
protectora como fue el Consulado del Mar.
Se navega, no obstante, con escaso soporte científico, pero ya
falta poco para la gran eclosión náutica que se va a producir en el arte de marear,
sin olvidarnos de la llegada de la brújula, mencionada anteriormente, que junto
con el astrolabio impuso ya grandes cambios en la forma de navegar. Mientras
tanto se usan derroteros costeros, como se ha dicho, se llevan abordo pájaros
con cuya suelta se ayudan los pilotos para determinar la situación de la costa (sistema
usado desde la antigüedad y que durante el siglo XVI aún se seguiría utilizando.
Luzón Nogué y Coín Cuenca de la Universidad de Cádiz, tienen publicado un
trabajo muy interesante sobre el uso de los pájaros en la navegación: “LA
NAVEGACIÓN PRE-ASTRONOMICA EN LA ANTIGÜEDAD: UTILIZACIÓN DE PÁJAROS EN LA
ORIENTACIÓN NÁUTICA”)
Los mapas medievales de la primera época adquieren forma
circular, se ilustraban con figuras de hombres y monstruos, que eran el fruto
de las historias que entre los de su gremio circulaban. En el XIII se
utilizaban lo que llamaban portulanos, que representan las costas, y cartas sin
ningún tipo de aporte científico en lo tocante al sistema de proyección, de
ellas se servían los antiguos pilotos para orientar sus rumbos. La aportación
de las exploraciones de los mallorquines, italianos y catalanes hace que, ya en
el XIV, haya una drástica evolución positiva
Cuando la brújula se introduce en el campo de la navegación sin
lugar a dudas, hay un antes y un después en la misma con la llegada de este
decisivo instrumento y del que como
aguja magnética escribe Alfonso X : “Et bien así como los marineros se guían en la noche oscura por la aguja
que le es medianera entre la estrella y la piedra et les muestran por do vayan
también en los malos tiempos como en los buenos…”. . Lo hace a principios del XIII, a
lo largo de la Baja Edad Media principalmente en el Mediterráneo. En 1295
Raimon Llull la menciona en su “Ars Magna” como “acum”, también habla en sus
libros de la utilización de la carta náutica “chartam”. Este mallorquín
polifacético escribió un tratado sobre el Arte de Navegar que no ha llegado a
nosotros, no obstante sus conocimientos de la ciencia náutica están vertidos en
otros tratados gracias a su experiencia en viajes que hizo por Europa, África y
Asia, asimilando todo lo que sobre el conocimiento náutico pudo de estas
tierras, como por ejemplo de las repúblicas italianas, las cuales disponían de
un amplio bagaje sobre navegación. Es conocido un nocturlabio que fabricó para
el cálculo de las horas nocturnas. Se generaliza en el Mediterráneo Occidental
y posteriormente en el XIV llega al
Atlántico, para protegerlas se guardan en unas cajas, “bitácoras”, que se
situaban en la zona donde el timonel podía verla, para poderlo hacer por la
noche tenían en un compartimento central un candil de aceite llamado “lántia”.Ya
es posible navegar con cierta seguridad de noche y con cielos nublados, la
referencia para los rumbos está en el mismo barco. Ya se puede hacer navegación
de altura (que debemos a los griegos y su tradición astronómica, perfeccionada
por cristianos, árabes y judíos y a la que dio un gran impulso el rey Sabio con
sus famosas Tablas Alfonsinas, aunque los verdaderos creadores de la astronomía
náutica fueran los árabes). No obstante el empuje inicial hacia más altas cotas
en lo tocante a la náutica no provoca un efecto de reacción, no hay mucho
entusiasmo manifiesto porque tampoco los pilotos estaban formados para
interpretar esta riqueza científica y siguen las navegaciones interminables de
cabotaje en vez de hacer muchas por rumbo directo.
En los albores del siglo XIV la náutica estaba en un estado muy
básico, cuasi rudimentario, no obstante se llevan a cabo largos viajes, se
descubren las Azores, las Canarias, Cabo Verde incluido el estuario del río
Congo. Como sabemos, el miedo y la imaginación no tenían límites: Las aguas de
las zonas ecuatoriales “hervían”, el Indico un “mar cerrado” y la única forma
de encontrar las Indias era navegando hacia el Oeste hasta encontrar tierra,
pero es que el Atlántico “no era un mar navegable en su totalidad” y nadie
quería arriesgar para resolver esta incógnita. Sin embargo un grupo de marinos
mallorquines se arriesgaron por llegar a lo que entonces se llamaba el “Mar
Tenebroso” cuya influencia se extendía hasta el sur de Cabo Bojador (“Cabo de
miedo”… “en donde los mares arden a causa de enormes cascadas de arena roja…”)
allí debía de estar el fin del mundo donde hervían olas furiosas. Doblar este
cabo fue una de las preocupaciones de Enrique el Navegante para el que no hay
duda de que los océanos son verdaderas vías de comunicación, por esta razón da
estímulos a las exploraciones y viajes marítimos que condujeran sobre todo al
Cipango de Marco Polo; en 1433 ordenó que al mando de Gil de Eanes zarpase una
carabela que sobrepasara el mencionado cabo. Cuando Gil arribó a la zona y
observó el espectáculo que tenía ante sus ojos optó por virar, cambió de rumbo
y regresó a puerto. No obstante, aproximadamente un año después, D. Enrique
decide preparar otra expedición. En esta ocasión Gil de Eanes, una vez en la
misma zona, opta por navegar hacia el Oeste hasta ver desaparecer ese tipo de
oleaje, pudiendo arrumbar al Sur, siendo esta la salida triunfante que no pudo
tener en su primer intento. Hubo muchas expediciones a esta zona de África que
fueron olvidadas o no documentadas suficientemente, de cualquier manera lo que
hay que destacar es el gran valor que aquellos navegantes imprimían a sus
empresas, aventurándose en mares y costas desconocidas con carencia de medios y
con grandes dosis de arrojo. Todos ellos fueron los puntales sobre los que se
iría construyendo el gran entramado que habría que venir de la navegación marítima.
|
Nocturlabio |
Entrados ya en el siglo XV, con motivo de la caída de la
ciudad de Constantinopla (1453) en poder de los turcos junto con la decisión de
China (dinastía Ming) de cerrar sus fronteras al extranjero, se clausuran las
comunicaciones comerciales entre Occidente y Oriente a través de las cuales se abastecieron
los europeos de mercancías que de alguna forma se hicieron indispensables. El
imperio musulmán dominaba la navegación euroasioafricana, había mercaderías
preciosas procedentes de oriente que muchas aparecieron dentro del movimiento
mercantilista europeo. Esta
es la razón que lleva a los europeos a reactivar el comercio con Oriente y a
buscar nuevas rutas para llegar a las Indias Se produce interacción entre las matemáticas y
la astrología-astronomía En este tiempo Portugal da un verdadero impulso a la
navegación, Enrique el Navegante otorga patentes para la pesca, el corso y el
comercio; al ser consciente de los beneficios en forma de rentas de la empresa funda
una escuela de náutica en Sagres regentada por un famoso constructor de
brújulas y buen conocedor de la práctica y uso de las cartas de marear, el
mallorquín Jácome de Mallorca; atrae a su seno a insignes maestros de la cosmografía
y de la astronomía, se beneficia de los servicios de los judíos huidos de
Mallorca por la influencia xenófoba de Vicente Ferrer, una isla con una gran
actividad mercantil con el resto del Mediterráneo. De entre estos es preciso destacar a Abraham y Jehuda Cresques,
padre e hijo, judíos de la Escuela Cartográfica Mallorquina (precisamente esta
cartografía mallorquina propició que a lo largo del XIV los barcos
mediterráneos llevasen dos cartas marinas que eran lo que se llamaba “cartas de
compás” y que representaban la costa y las distancias incluyendo un verdadero
entramado de rumbos, no obstante carecían de las coordenadas geográficas). Las
galeras reales de Aragón, por una orden real, deberían llevar dos. También
incorpora a Abraham Zacut, hispanojudío, en sus tablas del movimiento del Sol
se basaron los primeros “regimientos”(guías náuticas) de la altura del Sol; más
tarde en 1497 instruyó a los pilotos en el viaje que hizo Vasco de Gama a la
India “… enseñándoles el cálculo que había de hacer por las tablas del
Regimiento, en todo lo cual los adiestró mucho y a los cuales el Rey mandó luego
fueran a navegar para una cierta parte…”. También construyó astrolabios
para usar abordo, simplificó el uso de las tablas astronómicas para los pilotos
y se facilitaría el trazado de derrotas. Este Infante estimuló y propició varias
expediciones por la costa africana, incluso después de su muerte, Portugal con
Bartomolé Díaz consigue que se doble el Cabo Tormentario, después Buena
Esperanza, porque estaba convencida de que circunnavegando África se llegaba a
las Indias. El mundo hispánico se mueve
con celeridad, se promueven exploraciones geográficas y ello conlleva más
exigencias para garantizar la resolución de las mismas. Estas exigencias en las
áreas científicas y técnicas deben ser más precisas y desembocan necesariamente
en los campos de la astronomía náutica y la cartografía principalmente.
Portugal se adelanta y promueve una navegación moderna, diferente a la que existía
a las puertas de este siglo. Se afirma que la Astronomía náutica es de origen
ibérico, el Rey Sabio aportó una fuente muy importante de información para esta
ciencia que gracias a ella y a Zacuto se crean los ya mencionados “regimientos
náuticos” con la base científica de Ptolomeo( todo gira alrededor de la Tierra).
Nuestros marinos se van formando, van creándose áreas de conocimiento que ya,
en forma de cuña, aunque lentamente, se va introduciendo en el mundo marítimo.
No debemos olvidar que en aquellos tiempos pretéritos se navegaba bajo los
auspicios de la gran experiencia que suponía haberse enfrentado a mil aventuras
marineras, la formación náutica propiamente dicha como área pedagógica no
existía en España. Más tarde el avance que se produce en este campo, aunque
actualmente nos resulta insignificante y rudimentario, fue como el gran impulso
que comenzó a mover la gran máquina náutica y que aún, en nuestros días, no se
ha detenido. Es por tanto en esta
Edad Media, como época
innovadora, cuando el despertar de la gran navegación se materializa tanto
desde el punto de vista interno, por aportaciones propias, como desde las
influencias externas.
El astrolabio, desarrollado por los griegos y difundido por
los árabes, se usa pero por falta de precisión se cometen muchos errores en la
determinación del punto en la carta, el caso del piloto Bartolomé Díaz lo
demuestra: este navegante portugués tuvo que desembarcar en Santa Elena para,
con observaciones más exactas, poder asegurar la latitud. No era fácil usar el
astrolabio plano en la mar. Más cercano a nuestro querido sextante está la
ballestilla o báculo de Jacob pero con este también se cometen errores de hasta
medio grado
Sin lugar a dudas el verdadero “arte
de navegar” lo determina, a parte del carácter empírico de sus navegantes, el
uso de la brújula, la observación astronómica y por supuesto las cartas
marinas. Desde el punto de vista de actividad eficaz es importante considerar
el importante aporte de ese carácter empírico que dan los navegantes del área
atlántica que se complementa con el aporte de la brújula y las cartas de marear
por parte del área mediterránea. Pero lo que no hay que olvidar es la gran ayuda
que supuso, ya desde siglos antes de la llegada del renacimiento, la entrada de
tratados de astronomía y cosmografía como los que se crearon en la corte del
Rey Sabio :“Libros del Saber de Astronomía”.
Y es a finales del XV
cuando se producen dos acontecimientos que cambiarían el concepto los viajes y
del comercio marítimo: Descubrimiento de América y la llegada a la India de
Vasco de Gama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario