Con el fin de promocionar los
productos españoles allende ultramar surge un hombre: Fernando Casani y Díaz de Mendoza, que impulsado por los
resortes de esta gran idea no tiene reparos en arriesgar gran parte de su
fortuna promoviendo el gran desafío de hacerlos llegar al otro lado del Atlántico a través de
una Exposición Flotante. Es así como decide adquirir la propiedad de un buque con
el fin de acondicionarlo para estos fines. El buque sería el “Claris” que
pasaría a llamarse “Conde de Vilana”.
Conde de Vilana |
El día 26 de abril de 1888 se
inaugura en el puerto de Barcelona la exposición flotante a bordo del vapor “Conde
de Vilana” destinada a llevar los
productos españoles a los países sudamericanos de Uruguay, Brasil y Argentina,
visitando previamente los puertos españoles
como Tarragona, Valencia, Cartagena, Málaga, Cádiz y Las Palmas.
Vapor "Conde de Vilana" |
El espíritu que llevó a Fernando Casani y Díaz de Mendoza, conde de Vilana
(1847-1909) primer titular de este título nobiliario pontificio creado por
Alfonso XII, su promotor, fue “estrechar con el vínculo del trabajo lo que
poderosas flotas, temibles por los formidables aprestos de guerra que conducían
no hicieron mas que separar” y provocar la aproximación con los países
latinoamericanos a la vez de fomentar el comercio con los mismos, mostrando a
estos: productos de los campos de la industria, la agricultura, arte y
artesanía, armas de la fábrica nacional de Toledo, la industria tabaquera como
la Compañía General de Tabacos de Filipinas y hasta el famoso “Anís del Mono”.
Dicha exposición respondía a tres fines según el conde de Vilana: ” 1. La
adquisición de mercados donde son de primera necesidad nuestros productos 2. La
unificación de marcas que acaben con la falsificación ruinosa que en diversas
naciones de Europa se practica con grave detrimento de nuestros intereses, y
3.° El pacto de condiciones para establecer el cambio y giro mutuo entre España
y aquellas Repúblicas para desembarazarnos del tributo que por este concepto
pagamos á Inglaterra.
La Exposición flotante pretendía que España se pusiera en la primera fila del movimiento europeo,
pero también, de forma solapada, contemplaba un espíritu como de compensación
por el afán de dominio de las antiguas expediciones guerreras.
Para participar en dicha
exposición se debería solicitar permiso a la gerencia de la Comisión creada
ex profeso para la misma. Estas mercancías se almacenarían como en tránsito en
el almacén general. El acarreo de los productos será de cuenta de los
expositores. Serían rechazados los productos mal acondicionados. Los caldos se
prepararán para que se conserven en buenas condiciones en aquellas latitudes…
siguen una serie de normas para que no haya dudas sobre los principios que
rigen todo el proceso de esta exposición, como inspecciones e instrucciones
adecuadas, sin escatimar detalles de confort y comodidades para su mayor
esplendor. Dentro de la Comisión Expositora están el Conde, el Capitán y los
Pilotos aparte de representantes de las Cámaras de Comercio y de la prensa.
El conde de Vilana, el Capitán Sr.José Torras y Ferrer y otra personalidad |
Este gesto del Conde de Vilana no
fue acogido de la misma manera por todo el mundo, hubo gestos de apoyo, se
pretendió, con escaso tino, compararla con las exposiciones de Barcelona y
Paris, pero también hubo burlas y juicios pobres como el que
apareció en el Diario de Murcia de la época en carta enviada a su director y de
la que a continuación transcribo una parte: “…soy tan español que queriendo
que el nombre de mi patria quede a la altura que merece, he dicho y digo que la
Exposición Flotante es deficiente porque no nos acredita en ninguna parte…
llamo cacharro al “Vilana” porque cacharros se suele llamar a los tratos viejos
y ese barco fue construido en Glasgow 1860( lo que este señor no llegó a saber
es que este buque llegó a celebrar casi su primer centenario con vida) . Se
llamó primeramente “Hecla”, después en poder de otro dueño lo bautizaron con el
nombre de “Claris” y hoy en manos de nuevo amo se llama como todos sabemos…”
De cualquier forma la exposición
fue reconocida como un éxito en los mercados sudamericanos.
El “Conde de Vilana” parte de
Barcelona el 12 de Mayo y está en Buenos Aires el 28 de Agosto, habiendo hecho
escala antes en Montevideo después de una travesía desde Las Palmas de veintiún
días.
Medalla conmemorativa |
EL BUQUE: 130 m. de eslora, 10,76
de manga y 7,30 de puntal. Su máquina es de 1.200 caballos, velocidad de 12 á
13 nudos , capacidad de 2.300 t. Fué un barco de la Cunard con el nombre de “Hecla”.
En 1882 pasa a la Compañía Catalana de Transportes Marítimos con el nombre de
“Claris” y comprado por 125.000 pesos. La compañía quiebra, queda amarrado en
Liverpool y en 1888 lo adquiere el conde de Vilana para la exposición flotante
de 1500m3 y toma el nombre de “Conde de Vilana”. Pasa por diferentes dueños en
Argentina y finalmente es desguazado el año 1954
Cuando era el "Hecla" |
Y es, precisamente en el verano
de 1955 cuando el Ministro de Comercio,
Sr. Arburúa, ordena organizar una Exposición Flotante de productos españoles,
que llevara la muestra a diversas naciones del continente americano. En octubre de 1955, se creó la Comisión
Interministerial Organizadora de la Exposición Flotante Española, para llevar a
cabo toda la organización de la Exposición teniendo que resolver prácticamente
los mismos problemas que los del “Conde de Vilana” como los de adaptación,
selección, clasificación, etc. Se elige para esta exposición el buqe “Ciudad de
Toledo”, de Trasmediterránea, que se encontraba en ultima fase de construcción
(al contrario que el “Conde de Vilana” que algunos lo consideraron un “cacharro).
El 5 de agosto
de 1956 Franco en compañía de varios
ministros inaugura la Exposición en el puerto de Pasajes. Este mismo día sale a
navegar y visita los puertos de Bilbao, Lisboa, Tánger, Huelva, Las Palmas de
Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife, Río de Janeiro, Santos, Montevideo, Buenos
Aires, Bahía, Recife, La Guaira, Barranquilla, Cartagena de Indias, Colón,
Puerto Limón, Veracruz, Tampico, Nueva Orleáns, La Habana, Santiago de Cuba,
Puerto Príncipe, Ciudad Trujillo, San Juan de Puerto Rico, Casablanca, Ceuta,
Melilla, Valencia finalizando en Barcelona el 22 de diciembre de 1956.Fueron 31
puertos de 16 países los que visitó en este histórico periplo con unos dos
millones y medio de visitantes aproximadamente.
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